La angustiante angustia de sufrir ansiedad y pánico
Por: Mavis Suárez
Hoy queremos hablar de la diferencia entre ataque de ansiedad y ataque de pánico, sin dejar detrás a la peor de ellas, en mi opinión la angustia, no son sinónimos, también explicaremos un poco de la gasolina de los tres, el miedo.
Los términos ataque de pánico y ataque de ansiedad se suelen usar indistintamente, pero no son lo mismo. Existen características clave que los distinguen, aunque tienen varios síntomas en común. Los dos términos se mezclan no solo por parte de los pacientes, sino de los mismos estudiantes de psicología.
Voy a intentar sé breve y con ejemplos de casos reales que he tratado explicarte, así podrás analizar con detenimiento si es tu caso y cuando estás en presencia de uno u otro. Dado que el malestar de base es muy distinto y su evolución también, así que es fundamental diferenciarlos bien.
Partamos de la base de que el miedo es la emoción más importante que tenemos, frente a la percepción de peligro o amenaza. Que nos garantiza la supervivencia, dado que es la única emoción primaria que responde en milésimas de segundos. Sin él no existiríamos. El miedo literalmente nos salva la vida.
¿Cómo determinar si lo que tengo es un ataque de ansiedad y ataque de pánico?
Veamos un caso práctico:
Persona A se presentó con un problema de ansiedad en situaciones sociales, en las que temía parecer ansioso y “raro”. Cuando se le preguntó acerca de su experiencia más reciente de ansiedad social, respondió que había experimentado ansiedad antes de asistir a la sesión de tratamiento. Se le preguntó entonces qué es lo que había pensado antes y durante cuánto tiempo. La persona describió que había tratado de anticipar mentalmente cómo sería la situación y ensayado formas de responder a cualquier pregunta difícil. Que supuso yo lo haría. También se le preguntó si, durante la sesión, había prestado más atención a sí mismo o al entorno exterior. La persona respondió que, al principio de la sesión, había prestado más atención a sí mismo y, en particular, que se había centrado en cuál era la impresión que causaba en mí como terapeuta. Así pues, trataba de parecer normal controlando su comportamiento.
Ahora bien, como se manifiesta en este caso el miedo, lo que temía que es la impresión que causaba en mí como terapeuta puede ser de múltiples maneras. Estas son largas cadenas de pensamiento predominantemente verbales en las que la persona intenta responder a preguntas (preocupaciones) como “¿Qué pasaría si…?”, o cuestiones sobre el significado de los eventos (por ejemplo, “¿Por qué me siento así?”). Y ese proceso se hace inconsciente. Lo único que visiona con claridad es que no quiere causar mala impresión y aquí es donde el miedo le paraliza por supervivencia, no permitiéndole ser él mismo, desde luego este miedo no le ha salvado la vida, pero sí le ayuda a prevenir lo que teme. Dónde está el meollo emocional que lo hace con sus recursos emocionales. El problema es cómo reaccionamos frente a él. Es una percepción que nos activa una serie de reacciones fisiológicas como: aumento, presión arterial, ritmos cardíacos, sudoración, etc., que, si no sabemos que no hay peligro real, entonces empezamos a interpretar estos síntomas y viene la ansiedad intensa.
Entonces que pasa continuando el caso Persona A ¿Qué es la ansiedad? Si el miedo activa la ansiedad que es la que se ocupa de la “alerta”, esta alerta es una reacción fisiológica de nuestro organismo que se expresa con: aceleración de la frecuencia cardiaca, dificultad en respirar, dolores de cabeza, sudoración, etc. Cuando la reacción fisiológica del miedo dura más de unas milésimas de segundos, llamamos ansiedad y se añade un tercer factor, deseos de huir propio de la ansiedad, pero antes el miedo paralizó.
Es decir, cuando el conjunto de las reacciones psicofisiológicas del miedo se mantiene por un tiempo prolongado y responde a estos estímulos, lo que definimos como ansiedad. No es una reacción patológica, pero si supera un cierto umbral se llega al pánico, es decir, a tener un ataque de pánico mezcla de miedo con ansiedad.
Vamos a verlo en el caso Persona A.
Recordemos que respondió que había experimentado ansiedad antes de asistir a la sesión de tratamiento. Se le preguntó entonces qué es lo que había pensado antes y durante cuánto tiempo. La persona describió que había tratado de anticipar mentalmente cómo sería la situación y ensayado formas de responder a cualquier pregunta difícil. Que supuso yo lo haría.
Detengámonos aquí si sus síntomas fisiológicos de la ansiedad sobrepasan un umbral X de tolerancia y la persona siente miedo a perder el control o enloquecer o miedo a morirse en ese momento por lo que está experimentando, es decir, es como si los síntomas de la ansiedad son las descontrolan las reacciones físicas del cuerpo por la percepción de peligro, y la persona intenta controlarlas, pero más intenta controlar los síntomas de la ansiedad y más se descontrolan.
Un ataque de pánico mezcla de miedo con ansiedad.
También se le preguntó si, durante la sesión, había prestado más atención a sí mismo o al entorno exterior. La persona respondió que, al principio de la sesión, había prestado más atención a sí mismo y, en particular, que se había centrado en cuál era la impresión que causaba en mí como terapeuta. Así pues, trataba de parecer normal controlando su comportamiento. Para protegerse del pánico se realizan invitaciones y peticiones de ayuda que acaban por empeorar el problema.
En este caso concreto, esta persona sufre ansiedad social, y como no puede tolerar los síntomas de la ansiedad, le asustan, los interpreta y por ende se creen lo que la señora del tejado cuenta (mente) y acaba paralizada por el miedo. Miedo y ansiedad se influencian de manera circular. La una es el efecto de la otra, pero el efecto puede transformarse en la causa.
Por tanto, si a la Persona A Si se le enseña a gestionar el miedo se controla también la ansiedad, mientras si, por el contrario, uno solo se centra en reducir la ansiedad, no se elimina el miedo. Y en palabras de Damasio “si una persona afectada de miedo patológico se le ceden las reacciones de ansiedad, se le bloquean las activaciones fisiológicas, pero no se elimina la percepción de miedo”. Sería como lo que sucede cuando se trata la ansiedad únicamente con tratamiento farmacológico, donde es como si encerramos a la persona; y encima exponerles a estímulos peligrosos, donde no podrá reaccionar, pero sentirá el miedo. Y, además, la sedación farmacológica a través de ansiolíticos puede provocar unos meses después efectos paradójicos, alimentando la ansiedad en vez de reducirla.
Lo mismo sucede con los tratamientos de la ansiedad basados con las relajaciones y meditaciones, porque si una persona consigue aplicarla con este problema de exceso de miedo, la relajación puede controlar la reacción psicofisiológica, pero no cambia la percepción del miedo en este caso algo tan simple, pero angustiante para la persona como es el pensar que impresión le dará al terapeuta.
Entonces reflexionamos si Ansiedad, miedo, angustia, temor, pánico; son todos términos utilizados para referirse a un mismo proceso básico: el organismo reacciona para defenderse. Lo que muchas personas ignoran es que este proceso es normal, sano e imprescindible para nuestra salud.
¿Por qué entonces nos hace sufrir? ¿Por qué una reacción biológica y psicológicamente destinada a protegernos se vuelve contra nosotros? ¿Por qué la ansiedad se vuelve patológica?
Si bien las causas originarias de los desórdenes de ansiedad resultan importantes a la hora de entenderlos, en la labor clínica concreta de la Terapia Cognitivo Conductual, los mecanismos de mantenimiento se revelan como factores más importantes, pues hacia ellos ha de dirigirse la intervención. Independientemente de cómo un problema se generó, si hoy existe es porque hay causas actuales y presentes que lo mantienen. Identificar estas últimas permite una acción eficaz que alivie el malestar y sufrimiento del paciente, por eso te recomiendo que si sufres los síntomas de algunos de los términos utilizados anteriormente busques ayuda de un profesional de la psicología que te ayude a convertir estos síntomas en tus aliados y dejes de huir de enemigos imaginarios.
Un abrazo terapéutico