¿Qué hacer cuándo la persona autoritaria eres tú?

¿Qué hacer cuándo la
persona autoritaria eres tú?

Por: Mavis Suárez

Todos nos hemos topado en la vida con alguna persona que se comporta de forma autoritaria. A veces puede tratarse incluso de las primeras personas que conocemos y de las que dependemos o nuestros progenitores. 

Puesto que uno de los estilos de crianza descritos es el de tipo autoritario, y por si eres padre/madre o te planteas tener descendencia, te adelanto que no es el que mejor resultados ha demostrado; por contra, los hijos de padres autoritarios pueden manifestar una serie de dificultades, aunque por ahí haya quien intente perpetuar la idea de que la educación autoritaria que recibieron es la causa de algunas de sus fortalezas, pero sin asumir que también pueda serlo de algunos de sus problemas.

Hay un estilo de crianza más adecuado que algún día comentaremos por aquí, pero ahora centrémonos en definir a la persona autoritaria en general. 

¿Qué define a una persona autoritaria?

Se trata de personas que están convencidas siempre de tener la razón y que necesitan quedar por encima de los demás. Necesitan imponer sus deseos y tener el control. Tienen tendencia al abuso de poder y a ejercer la dominación. Suelen presentarse hostiles ante quienes consideran de estatus inferior, pero es posible que sean obedientes hasta la sumisión ante quienes consideran en un estatus superior. 

Manifiestan gran rigidez en sus creencias y opiniones, así como actitudes intolerantes. Estas personas suelen entender las relaciones en términos dicotómicos (bueno-malo, conmigo-contra mí, dominio-sumisión, fortaleza-debilidad, etc.). Sus argumentos pueden llegar a ser muy simplistas porque lo que les importa es otorgarse a sí mismos la razón como sea, necesitan defender a toda costa esa verdad universal en la que creen e imponer su criterio sin necesidad de justificar nada. No aceptan bien que se les intente llevar la contraria porque su criterio es el único que consideran válido. 

La persona autoritaria se comunica frecuentemente mediante acusaciones, reprobación e intransigencia; tienen mucha dificultad a la hora de considerar los deseos, sentimientos u opiniones de los demás, y en general la empatía no es su fuerte. 

Para intentar afianzar su autoridad son personas que resaltan continuamente sus logros y alardean sobre sus méritos, mientras que tienden a minusvalorar e incluso ridiculizar los de los demás. 

Lo que define mejor a estas personas no es necesariamente que te quieran perjudicar o aprovecharse de ti, sino su necesidad de salirse con la suya, incluso cuando intentan hacer lo que ellas creen que es por tu bien. La clave está en la imposición, no en que tengan la intención de hacerte mal; a veces podrán estar en modo protector, se empeñaron en demostrar que te están ayudando o cuidando, y no aceptarán que eso pueda, no ser así ni llevarán bien tu desacuerdo al respecto, reaccionarán mal, con enfado o sintiéndose traicionados. Esperan tu agradecimiento por cuidarte, pero si no te dejas cuidar como ellos quieren hacerlo o disidentes en algo, lo conciben como si te estuvieras situando en un lugar enemigo. Cuando están de mala disposición son personas que para imponerse pueden comportarse de forma agresiva y recurrir al uso de la manipulación, la fuerza, amenazas, chantajes… Cuando están en grupo, suelen querer decidir por los demás, acaparan la atención y señalan lo que está bien y lo que está mal, porque su visión es dicotómica (ellos y quienes están de acuerdo con ellos son «los buenos», mientras que el resto son «los malos»). 

El autoritarismo se suele manifestar en todos los ámbitos de la vida, en diferentes ambientes y con distintas personas. Una persona autoritaria tenderá a mantener este estilo en sus relaciones laborales, con sus amistades, con la pareja, en la educación de los hijos…

¿Cómo tratar con personas autoritarias?: comunicación asertiva y establecimiento de límites.

Todo depende de si puedes elegir o no tratar con una persona así.

A veces es alguien que acabas de conocer y puedes decidir simplemente que no quieres mantener una relación cercana con alguien que se comporta de esa forma. Pero eso no siempre es posible, dado que puede ser tu jefe, un familiar con quien no quieres evitar el contacto, o incluso hasta un profesional de quien recibas ayuda, como puede ser un médico o un psicólogo (no debería ser frecuente, pero incluso donde no lo esperes es posible que haya alguien que en determinado momento intente imponer algo). 

Relacionarse con una persona autoritaria puede resultar irritante y desagradable en muchos sentidos. Responder a su trato con agresividad para intentar defenderte o con sumisión para evitar que se enfade puede empeorar aún más las cosas. Lo ideal sería comunicarte con asertividad y utilizar herramientas de inteligencia emocional, es decir, combinando el respeto hacia la otra persona y el respeto hacia ti mismo/a, de manera que puedas mostrar tus necesidades, opiniones, ideas, sentimientos y solicitar lo que necesitas sin necesidad de herir u ofender al otro. Varias técnicas pueden ayudarte a conseguirlo. Por ejemplo, repetir con calma cuantas veces sea necesario tu punto de vista (técnica del disco rayado) puede conseguir que la otra persona se dé cuenta de que no vas a cambiar de opinión y deje de intentar convencerte y someterte a su forma de ver las cosas. 

Ante una situación tensa en que te esté tratando de forma agresiva o con ira, o simplemente si sientes que no estás en disposición de responder porque no estás en calma o no sabes qué hacer, puedes pedir aplazar la conversación hasta un momento más propicio. También ante conductas agresivas o airadas puedes actuar como espejo y decir a la persona que está actuando de esa forma, en un intento de que se haga consciente de ello. Si te está haciendo una crítica que te parece injusta o malintencionada, puedes recurrir a preguntarle con calma qué quiere decir con eso o qué te sugiere hacer; si hay mala intención tras sus palabras, le será difícil responder, recurrirá a argumentos simplistas o se enredará en explicaciones sobre que solo lo dice «por tu bien», que le dejarán en evidencia. 

Con las personas autoritarias tienes que tener claro hasta dónde quieres permitir, partiendo siempre de la premisa de que no vas a cambiar a esa persona. Por un lado, es necesario establecer límites y dejarlos claros. Es importante también dejar claras las consecuencias que tendrá no respetarte a ti y los límites que has establecido. Pero eso no es suficiente si tú no desarrollas también conciencia de la situación momento a momento, puesto que podría darse el caso de que a pesar de haber puesto límites, termines tolerando más de lo que quieres o te conviene, porque se trata de personas que siempre van a estar intentando imponerse, transgredir tus límites y comerse tu terreno. Cuando pones límites también debes vigilar que se cumplan y no ceder de forma arbitraria, porque la inconsistencia podrá terminar repercutiendo en tu contra. 

Pero, ¿Qué hacer la persona autoritaria eres tú?

A veces repetimos patrones aprendidos sin cuestionarnos si nos hacen bien en nuestras relaciones.  Se ha visto que en gran medida las características de la persona autoritaria proceden de la educación restrictiva y punitiva que tuvieron por parte de sus progenitores. Suele tratarse de personas que fueron educadas con disciplina estricta, en el cumplimiento riguroso de normas y sin que se atendiese a sus necesidades emocionales. Podemos tener motivos para habernos convertido en personas autoritarias, pero eso no implica que no podamos cambiar si nos lo proponemos. 

Si somos capaces de reconocer en nosotros mismos actitudes y comportamientos que no nos gustan o nos causan problemas con los demás, ese puede ser el primer paso hacia el cambio (no darse cuenta o restarle importancia nos dejaría en el mismo sitio). Ser una persona autoritaria puede no ser solo un problema para quienes te han de «sufrir», sino que es muy posible que dificulte tus relaciones y te reste oportunidades para el bienestar. El autoritarismo no es solo negativo para el otro, también la persona autoritaria puede perder mucho en su intento de tener el poder y la razón a toda costa (conflictos con la pareja, con los hijos, con amistades o compañeros de trabajo…). 

Si eres un padre/madre autoritaria en la educación de tus hijos, que confías en los buenos resultados de una crianza estricta con una dura disciplina, ten en cuenta que está más que demostrado a estas alturas que este estilo de crianza puede ocasionar problemas en los hijos como pueden ser baja autoestima, desconfianza, falta de seguridad en sí mismos, dificultades para mantener vínculos afectivos, tendencia a padecer ansiedad y depresión, niveles más altos de agresividad. Estos niños se acostumbran a hacer las cosas porque alguien les manda u obliga y eso dificulta que generen un sentido de responsabilidad, autodisciplina y autonomía. Debes considerar que no es lo mismo actuar con autoridad que ser un progenitor autoritario. En el cuidado y crianza de los hijos siempre es necesario ejercer cierta autoridad, pero lo que importa es la forma como se ejerce. No es lo mismo ejercer la autoridad necesaria a través del establecimiento de límites, el consenso, la escucha y el respeto de las emociones que centrarse en el ejercicio del poder, la disciplina estricta, la obediencia y el castigo («esto es así porque yo lo mando y tú a callar»). 

Si eres un jefe autoritario, ten en cuenta que no es lo mismo ser un líder que comportarse de una forma autoritaria. De hecho, los mejores líderes mantienen formas de liderazgo que no les requieren recurrir a la imposición autoritaria. A través de exigencias desorbitadas, amenazas y generación de miedo en los empleados, no es como se consiguen los mejores resultados.

Si eres una persona que suele tener problemas con los demás, te ves envuelta en conflictos con tus amigos o familiares y recibes comentarios del tipo «eres un/a mandón/a», «siempre tienes que quedar por encima», «siempre tienes que decidir tú todo», «si no se te da la razón te pones imposible», etc., plantéate si ese es el tipo de relaciones que quieres tener, si vale la pena que los demás se alejen física o emocionalmente para no tener que lidiar con tus ansias de dominarlos, si perderías algo realmente importante si empezaras a comportarte de otras formas menos impositivas e intransigentes. Aprender sobre empatía y cómo desarrollarla te puede ayudar. 

Y si todo lo que intentas no te funciona, siempre puedes acudir a solicitar ayuda a un profesional. Si aún no sabes cómo encontrar al mejor psicologo del mundo recuerda que puedes dejarme tus dudas en los comentarios o vía mensaje privado en mi Instagram: @mavissuarezpsicologa.

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