Ansiedad: ¿Qué la desencadena?
Por: Mavis Suárez
La gran mayoría de las personas han padecido ansiedad en alguna ocasión, y si perteneces a una minoría que no, siento decirte que la ansiedad es un mecanismo de defensa de nuestro organismo, por lo que lo más normal y adaptativo es que en alguna ocasión la tengas.
La ansiedad no es más que una forma en la que tu cuerpo intenta protegerte. Y opera como un mecanismo de defensa. La función de la ansiedad es mantener al cuerpo activo, dispuesto a enfrentar situaciones de peligro, aunque por supuesto sus síntomas se sienten como si fueran el auténtico peligro. La sensación de peligro que siente la persona viene dada justamente por la dificultad de anticiparse a ciertos eventos. Y es que la ansiedad tiene causas y desencadenantes.
Debido al ritmo frenético de nuestra vida, a los cambios constantes, a la incertidumbre, y a muchos factores más, los seres humanos tenemos y creamos nuestros propios mecanismos de defensa. La ansiedad es uno de esos mecanismos que tenemos universalmente y que nos alerta de situaciones que cada quien considera y percibe como amenazas.
Pero, ¿Qué diferencia hay entre un disparador y un desencadenante?
Es importante diferenciarlos: una causa no es lo mismo que el disparador o desencadenante.
Las causas de cuestiones emocionales (entre las que entra la ansiedad) tienen que ver con cuestiones de nuestra personalidad; patrones de conductas, factores que operan a nivel de pensamiento, estilos de pensamiento y estilos de vida, costumbres, reglas y pautas que hemos heredado y adquirido a lo largo de la vida. Y que direccionan la forma en la cual nos comportamos.
Los desencadenantes son más bien situaciones de la vida cotidiana, que suceden de un momento a otro y que pueden activar en nuestra mente una serie de factores que se relacionan directamente a las causas mencionadas.
Es decir, la ansiedad está allí en nosotros, latente (ocasionada por diferentes patrones, creencias, costumbres, etc., que venimos arrastrando) y cuando ocurren ciertas situaciones específicas del quehacer cotidiano que se relacionan a esos patrones preestablecidos y adquiridos, los síntomas ansiógenos se ponen en marcha, pues todo indica que esa situación nos pone en peligro.
Y el cuerpo y la mente reaccionan. 💥
Es común en las consultas escuchar “me dio ansiedad porque me pidieron una presentación oral frente a todos mis compañeros”; o “me da ansiedad cuando la gente me mira fijo”.
Estas son situaciones, que llamaremos eventos desencadenantes. No son la causa de la ansiedad: digamos que son la gota que rebalsa el vaso de la ansiedad… un vaso que viene lleno (de prejuicios, patrones, reglas, creencias, etc.) desde hace mucho tiempo. Encontrar “la causa real” implica trabajar en un proceso interno de autoconocimiento, para el cual la terapia es muy beneficiosa. Por lo cual, felicidades, estás en el camino correcto.
Pero hablemos de esos eventos desencadenantes. Ocurren todo el tiempo. Y sin aviso.
No es posible controlarlas; pues se tratan de situaciones ambientales, relacionales. Tienen que ver con los otros más que con nosotros. Y poder entender que es imposible luchar para que no ocurra, quita un peso enorme de encima de tus hombros. Pero es posible anticiparse a ello, pronto hablaremos de ello.
Estos disparadores por sí solos quizás no ocasionarían ansiedad a cualquier persona. No todas las personas tienen ansiedad cuando se les encarga disertar en una reunión, o cuando su jefe les encarga una tarea de mucha responsabilidad, por ejemplo. Entonces; ¿Por qué a ti? ¿Por qué te sucede a ti?
Para esto es importante volver a las causas; ellas son las verdaderas ‘responsables’ de lo que te sucede. Trabajar de raíz en terapia te dará las respuestas. Y sobre todo te dará la posibilidad de entender que los eventos desencadenantes por sí solos no son situaciones de peligros. Podrás quitarle el peso de cargarlos negativamente con tanta energía y expectativa, y sobre todo dejarás de huir de ellos.
Es decir: trabajando en las causas reales de tu ansiedad, podrás entender que no siempre que te encarguen una disertación frente a tu jefe y compañeros de trabajo sentirás ansiedad; que no necesariamente cambiar de colegio es malo, que no siempre que alguien te mira fijo sentirás todos esos síntomas.
Bonus Extra: Entonces, ¿Cómo me curo de la ansiedad?
Tal y como explico en mi artículo «Aceptando mi ansiedad«, la uníca forma de aceptar ese monstruo en tu vida es hablando con ella.
Vas a hacer una cita para hablar con ella en privado y hacer las paces. Dile lo que sea necesario decirle, lo que te nazca de tu corazón, si quieres insultarla al principio está bien, pero a lo largo de que te vas desahogando, necesito que puedas llegar a decirle: estoy dispuesto a aceptarte, acepto que estás en mi vida, que llegaste por algo, acepto que estás aquí, que algo me quieres decir y estoy dispuesto a escucharte.
Puedes hacerlo frente al espejo o imaginando que está en una silla vacía frente a ti, lo importante es que logres entenderla y trabajar en ella desde el entendimiento.
Recuerda que esta no es una tarea fácil y que es posible que necesites contar con el apoyo de un terapeuta para que te ayude con este proceso de sanación.
Como siempre ¡Gracias por leerme! Te envío un abrazo terapéutico.