Buen rollito en el trabajo siempre
Por: Mavis Suárez
Es muy común y esperado por nosotros/as el buen rollo en el trabajo dado que pasamos muchas horas con nuestros compañeros/as. El problema viene cuando ese exceso de buen rollo o falsas apariencias, llamémosle hipocresía, nos pasa factura con los jefes, porque nos pasamos de buen “rollismo”. Pienso que el exceso de buen rollo en el trabajo no está bien visto por jefes que les guste fomentar la rumorología, se sirven del famoso: “Divide y vencerás”.
Ese “Buen rollito todo el tiempo y vamos a llevarnos chachi” que se traduce en mantener el statu quo, resulta perjudicial. Lo que no debemos permitirnos es el buen rollo aparente y el buen rollo, sin más. El primero se sustenta en caretas que uno se pone para representar papeles: es lo conveniente, lo diplomático, lo políticamente correcto y el segundo es el que considero sano, auténtico, donde surgen conflictos necesarios para crecer ser eficientes y eficaces laboralmente, es ese que es un caldo de cultivo para los ilusos patológicos, incapaces de concebir que algo pueda ir mal. No suelen cuantificar los riesgos, ni tener respuestas cuando ocurre algo no previsto por ellos. Frente a éstos están los optimistas realistas, que visualizan unos objetivos ambiciosos, toman las medidas para conseguirlos, y también están preparados para asumir escenarios no tan favorables. Véase el conflicto es algo muy natural. Se trata de aceptarlo como una posibilidad de crecimiento profesional y personal. Pero no todo es buen rollo por eso quiero hoy comentarte desde el punto de vista de la psicología como las emociones son imprescindibles como factor a tener en cuenta cuando surge conflicto, aunque exista buen rollo, sin más con tu compañero/a, jefe /a.

¿Qué emociones positivas influyen en el buen rollo laboral?
- Confianza: Cuando la confianza en una organización es alta, los trabajadores innovan más, trabajan de manera más productiva y tienen niveles más bajos de estrés. Por el contrario, cuando la confianza es baja, o incluso ausente en un lugar de trabajo, abunda la negatividad.
- Logro: La naturaleza humana es luchar por el logro y desear el reconocimiento. Las emociones que sentimos cuando conseguimos nuestros objetivos, y cuando otros reconocen esos logros, son poderosas. El reconocimiento tiene el mayor impacto individual en la satisfacción laboral de las personas trabajadoras, tanto por motivadores intrínsecos como extrínsecos.
- Felicidad: La felicidad no es una emoción singular y varía de persona a persona. Es un factor de influencia principal cuando se trata de las preocupaciones del liderazgo de la empresa: retención de las personas trabajadoras, absentismo y productividad.
- Altruismo: Uno de los síntomas más poderosos de confianza es el altruismo. Aunque tendemos a pensar en el altruismo en términos de filantropía, en el lugar de trabajo (como en nuestras vidas personales) es tan simple como anteponer las necesidades de los demás a las nuestras. En el trabajo, es más probable que se vea altruismo cuando las personas trabajadoras, ayudan a sus colegas con algo fuera de sus responsabilidades o sacrifican recursos que podrían beneficiar a su proyecto o departamento por el bien de la organización. Los “altruistas” tienden a estar más comprometidos con su trabajo, cumplir con todas las responsabilidades de su puesto, y tienen menos probabilidades de abandonar una organización.
- Pertenencia: Pertenecer es la necesidad de sentirnos conectados con otras personas. Cuando la pertenencia está ausente, la salud mental sufre. Las personas que se sienten fuera de lugar no sólo muestran niveles más bajos de felicidad y adaptación, sino que también son más propensas a las enfermedades mentales y físicas. Es imposible sentir pertenencia sin la presencia y el apoyo de otras personas. Así, el sentido de pertenencia producido por las relaciones humanas en el trabajo es beneficioso para el bienestar de las personas trabajadoras, y para su actitud general hacia su experiencia laboral.
¿Qué emociones negativas serán caldo de cultivo para el mal rollo laboral ?
- Ira: El enfado en el lugar de trabajo puede ser el resultado de la frustración, los conflictos interpersonales con jefes o compañeros y el trato injusto. Una clave para manejar la ira en la oficina es alejarse de la situación y dejar que ésta vaya disminuyendo poco a poco. Luego, desde la tranquilidad, se pueden tomar medidas más racionales para lidiar con la situación que causó el enfado en primer lugar.
- Envidia: Es muy común envidiar los logros y recompensas otorgados las personas trabajadoras. Desafortunadamente, las recompensas en el lugar de trabajo no siempre se distribuyen de manera justa, y esto puede conducir a reacciones emocionales negativas, incluida la envidia. La clave para lidiar con la envidia es analizar la situación y no compararse con los demás, ya que no todos los colaboradores cuentan con la misma experiencia, conocimientos o están capacitados para realizar determinadas tareas.
- Miedo: Puede resultar desconcertante pensar que el miedo podría ser una emoción común en el lugar de trabajo, pero el riesgo de perder un trabajo puede provocar esa incertidumbre. Mantener el currículum actualizado y seguir formándose para ampliar los conocimientos pueden ayudar a mantener a raya ese miedo, que en la mayoría de ocasiones puede ser ficticio. Por otra parte, tener un problema con un supervisor o un compañero/a de trabajo también pueden causar una sensación de angustia o ansiedad en la oficina.
- Culpa: si la persona trabajadora, se siente culpable por tareas inacabadas (estrés relacionado con los proyectos de oficina y los plazos), o porque de alguna manera hemos ofendido a un compañero/a (estrés personal), la culpa, aunque parezca contradictorio, puede ser una fuerza positiva y motivadora. La mejor manera de eliminar la culpa es cumplir (o exceder) las demandas y tomar medidas para reparar los conflictos interpersonales en el lugar de trabajo.
- Impotencia: Una sensación de incapacidad o inutilidad en el trabajo, o una sensación de ansiedad, es una señal de advertencia que no debe ignorarse, dado que puede indicar que se está preocupado/a por la carrera y hacia dónde se dirige, o incluso podría ser un signo de depresión. En cualquier caso, no han de ignorarse estos sentimientos si persisten.
¿Cómo ser un buen rollista regulado?
Afrontar situaciones difíciles es abusar del buen rollo, sin más: La única manera de poder cambiar la conducta del otro es cambiar la nuestra. no basta mantener buen rollo y tener conductas perjudiciales. Sólo así podemos, en el peor de los casos, no dejar que el otro nos hiera con sus comentarios y comportamientos. Si una persona está todo el día criticándonos, aunque tengamos buen rollo con él/ella recordándonos lo mal que hicimos esto o aquello, es posible que no podamos acabar con su mala intención con sólo pedírselo de forma educada. Ahora bien, si tenemos herramientas para comunicárselo de forma asertiva, o simplemente empezamos a cambiar su comportamiento, podremos conseguir algunos cambios. Para actuar ante situaciones difíciles, es necesario valorar cómo de difícil es la situación. También puedes compartir lo que te ocurre con otras personas que te podrán dar su propia visión al respecto. Te asombrará la gran diferencia que existe en cómo otros valoran la situación. Esto puede ayudarte a restar dramatismo a lo que ocurre.
Pero, además de todo esto, debes dejar salir al exterior tus emociones. La tendencia es reprimirlas porque pueden surgir respuestas emocionales negativas, como frustración, tristeza, decepción, enojo, soledad, vergüenza o soledad, etc. Sin embargo, es necesario sentir esas emociones, dejarlas salir y seguir adelante.
Las ventajas de saber gestionar el conflicto desde las emociones reguladas y no desde el buen rollo.
¿Qué tiene de bueno el conflicto en el ámbito profesional? Nos saca de nuestra zona de confort, porque la comunicación que implica termina siempre en una toma de decisiones. Por esto mismo, genera más creatividad e innovación.
Tras una discusión, el acuerdo que se consigue siempre es mejor y produce más beneficio, sobre todo cuando somos capaces de entender que alguien que defiende emocionalmente su postura no está despreciando la nuestra por sistema. Que alguien te lleve la contraria no implica que desprecie tu posición.
No se trata de que no haya conflicto, sino de aplicar la mejor manera de resolver la discrepancia. Esto hace que el enfrentamiento se convierta en algo positivo. En cualquier relación, si no hay disputa, deberíamos preocuparnos, porque eso implica que no existe la comunicación.
La clave está en la negociación constructiva. Cuando ésta se da, la relación sale siempre fortalecida a pesar de la disputa. Ante la discrepancia en el terreno profesional, lo más sensato y eficaz es hablar. No se consigue nada silenciando o enterrando.
El conflicto desarrolla nuestras habilidades de negociación y resolución de problemas, y nos entrena para una mejor gestión de la incertidumbre, del cambio y de lo imperfecto. Hay quien cree que siempre hay personas o equipos que necesitan un revulsivo, y esto lleva a motivar desde el miedo o a gestionar “a chaquetón quitado”. Si se pretende mejorar el rendimiento, y quieres cargarte el buen rollo, hablar de lo que se hace mal no ayuda demasiado a conseguirlo. Las organizaciones que se deciden por esta vía deben tener en cuenta que, para determinados profesionales, este tipo de estímulos forma parte de su carácter, y provoca una reacción productiva. Pero a otros puede sucederles todo lo contrario.
En fin, lo que pretendo es que tengas en cuenta que no puede ser todo buen rollo, sin más. Y ten cuidado con el rollo aparente porque no hay desencuentros o conflictos y todo es camaradería y buenas palabras, ten cuidado… Podrías estar en el epicentro de un entorno laboral buenista que rechaza la gestión del conflicto pero que resulta superficial, hipócrita e ineficaz, y te puedes llevar una sorpresita “edulcorada» de buen rollo.
Un abrazo terapéutico.