Diferencia entre: ansiedad adaptativa y ansiedad patológica
Por: Mavis Suárez
¡Hola! ¿Cómo estas? 👋🏻
Mucho se habla de la ansiedad. Pero, poco se conoce sobre ella, así que hoy quiero aclararte algunos puntos que me parecen de vital interés.
La ansiedad es una respuesta mental y física que se produce ante situaciones que interpretamos como peligrosas. Es una reacción normal que puede experimentar cualquier persona en alguna ocasión, por ejemplo, al hablar en público, cuando tenemos una cita importante o antes de un examen.
Esta sensación física y mental, procedente de una emoción primaria, el miedo, puede proporcionarnos una ayuda para escapar de aquello que consideramos peligroso, o bien, darnos una energía adicional para salir exitosos de dicha situación de peligro.
Puesto que la sintomatología de la ansiedad es desagradable, podemos tender a verla como una enemiga, en lugar de verla como lo que es, un mecanismo de defensa, una alarma que nos avisa y ayuda ante un peligro. Por tanto, el objetivo no será evitarla o eliminarla, sino aprender a escucharla y a gestionarla.
La ansiedad puede convertirse en un “problema” cuando los síntomas son muy graves, duran tiempo en exceso, son muy frecuentes, aparecen ante situaciones que realmente no deberían ser interpretadas como peligrosas o estresantes o, en general, si nos limita nuestro día a día, convirtiéndonos en personas disfuncionales, en lugar de funcionales.
A nivel cognitivo, hay pensamientos que aparecen en la mente de manera automática cuando sentimos ansiedad. Estos pensamientos tienden a ser irracionales, como, por ejemplo: “Voy a morir”, “Esto es horrible”, “No voy a poder soportarlo”, “Me voy a volver loco/a”, etc. La mente nos está advirtiendo de un peligro mucho mayor del que en realidad tenemos que afrontar.
La ansiedad no es una patología, pero el trastorno de ansiedad generalizada (TAG) sí.
¿Qué es el trastorno de ansiedad generalizada TAG?
La ansiedad ocasional es parte normal de la vida. Muchas personas se preocupan por cosas como los problemas de la salud, el dinero o la familia. Sin embargo, las personas con trastorno de ansiedad generalizada se preocupan extremadamente o se sienten muy nerviosas con mayor frecuencia por estas y otras cosas, incluso cuando hay poca o ninguna razón para preocuparse.
Por lo general, este trastorno involucra una sensación persistente de ansiedad o pavor que interfiere en la forma en que lleva su vida.
No es lo mismo que preocuparse de vez en cuando por las cosas o sentirse ansioso debido a eventos estresantes en la vida. Las personas que tienen este trastorno sienten ansiedad con frecuencia durante meses y hasta años.
¿Cuáles son las señales y los síntomas del trastorno de ansiedad generalizada?
Las personas con este trastorno pueden: preocuparse demasiado por las cosas diarias; tener problemas para controlar sus preocupaciones o sentimientos de nerviosismo; ser conscientes de que se preocupan mucho más de lo que deberían; sentirse inquietas o tener dificultad para relajarse; tener problemas para concentrarse; sorprenderse fácilmente; tener problemas para dormir o para permanecer dormidas; cansarse fácilmente o sentirse cansadas todo el tiempo; tener dolores de cabeza, musculares o estomacales, o molestias inexplicables; tener dificultad para tragar; tener temblores o tics (movimientos nerviosos); sentirse irritables o con los nervios de punta; sudar mucho, sentirse mareadas o que les falta el aire; tener que ir al baño a menudo.
Todos estos criterios diagnósticos están estandarizados en la práctica clínica. Por ello, un trastorno de ansiedad generalizada se considera una patología, mientras que la ansiedad esporádica no lo es.
Es posible que una persona con ansiedad patológica sienta siempre que sus miedos están justificados. Por ello, percibe que se preocupa con fundamento y no cree que su condición se encuentre fuera de la normalidad. Nada más lejos de la realidad: encontrar motivos para preocuparse cíclicamente también es signo de un trastorno emocional, por mucho que estos sean más o menos válidos.
Si dudas de estas afirmaciones, coloca cronológicamente en una línea temporal cuáles han sido tus preocupaciones más intensas en los últimos tiempos, y verás que casi ninguna de ellas se extiende por más de medio año. Si vas encadenando una preocupación con otra y sientes que no te has sentido bien desde hace mucho tiempo, es posible que la ansiedad haya tomado más control de tu vida de lo que crees.
Como hemos dicho anteriormente, para que un TAG se considere tal debe cumplir una serie de criterios, entre ellos que el paciente manifieste al menos 3 de los 6 síntomas que te exponemos: falta de descanso (encasillamiento), facilidad para sentir fatiga, dificultad a la hora de concentrarse, irritabilidad, tensión muscular y/o problemas para dormir. Además, estos signos deben estar presentes por más de la mitad de los días de la semana durante los 6 meses antes citados. Este cuadro clínico sostenido provoca que el paciente se sienta infeliz de forma continua, tenga problemas digestivos, dolores de cabeza, deterioro de la memoria y otros trastornos fisiológicos adicionales.
Como puedes ver, la diferencia clave entre la ansiedad y la ansiedad patológica es el intervalo temporal en el que las sensaciones, sentimientos y procesos psicológicos se presentan.
La ansiedad siempre tiene una causa, aunque ya no sepamos o no recordemos cuáles son sus inicios. Cuando diagnosticamos a alguien que sufre un trastorno de ansiedad corremos el riesgo de que la persona se vea como un enfermo, un enfermo que padece la enfermedad de “la ansiedad” y esto último, es una concepción errónea. La ansiedad no debemos verla como una enfermedad sino como una señal de que nuestro interior o inconsciente mantiene un temor o preocupación por algo.
De todas formas, cabe destacar que el trastorno de ansiedad generalizado se puede tratar, ya sea con un abordaje farmacológico (antidepresivos a largo plazo y benzodiacepinas en los peores momentos) combinado con la terapia psicológica o con terapia psicológica por sí sola, dependiendo de la intensidad del cuadro y los deseos del paciente.
Puesto que la sintomatología de la ansiedad adaptativa es desagradable, podemos tender a verla como una enemiga, en lugar de verla como lo que es, un mecanismo de defensa, una alarma que nos avisa y ayuda ante un peligro. Por tanto, el objetivo no será evitarla o eliminarla, sino aprender a escucharla y a gestionarla.
Si sientes que tu cuadro se escapa de la normalidad fisiológica, no dudes en pedir ayuda a profesionales.
Te envío un abrazo terapéutico y a por todas.