Lo bueno y lo malo de compararse con otras personas
Por: Mavis Suárez
En muchas ocasiones puedes haber escuchado o leído que compararse con los demás es algo que no nos resulta beneficioso y es mejor evitar comparaciones. Sin embargo, el tema de la comparación social no es tan sencillo. Podríamos decir que compararse con otros es un acto normal que tiene su significado evolutivo, y lo que deberíamos analizar es cómo, en qué, con quién y para qué nos comparamos, y las consecuencias que se derivan de esas comparaciones.
En una entrada anterior de mi blog te hablé de las comparaciones. En aquel momento me centré en el aspecto negativo de estas, pero, dado que es un tema recurrente en las consultas he decidido desarrollarlo un poco más y ampliar la visión.
La comparación social es un proceso mediante el que las personas obtenemos información al compararnos con otras, para disminuir la incertidumbre y autoevaluarnos. Las personas tenemos una tendencia natural a valorar nuestras propias características. La psicología social ha investigado que esas valoraciones (sobre nuestras aptitudes, habilidades, éxito, salud, opiniones, etc.) las basamos en la comparación con los demás. Por tanto, si en alguna ocasión te encuentras a ti mismo/a comparándote con otras personas no pienses que eres un “bicho raro” ni que estás cayendo en un error que sería mejor evitar. Aquí te enseñaré a distinguir entre lo beneficioso y lo perjudicial del acto de compararse.
No siempre que nos comparamos salimos “mal parados”. De hecho, según la dirección de las comparaciones que hacemos, estas pueden ser descendentes (nos comparamos con alguien que percibimos como peor que nosotros o que le falta algo que nosotros tenemos “esa persona no me alcanza en este aspecto”, “ellos tienen una vida peor que la mía”) o ascendente (nos comparamos con personas que percibimos como mejores “la vida de ella e mejor que la mía”, “ellos están mejor que yo”).
Es importante tener en cuenta que todos nos comparamos alguna vez con los demás, pero no todos tenemos la misma tendencia a la comparación social, por lo que algunos autores han hipotetizado de que la tendencia a comparase puede ser una característica de personalidad. Generalmente las personas que se compararan continuamente con otras suelen ser inseguras, muy sensibles al comportamiento de los otros y tienen problemas de autoestima. Por tanto, aquí una primera cuestión importante a considerar: Una cosa es compararse de vez en cuando con los demás y otra distinta es vivir con una necesidad continua de comparación, de forma que esto influya sobremanera en cómo nos comportamos y sentimos.
Otro aspecto destacable: La interpretación que hacemos de la información obtenida al compararnos puede moderar el impacto que tengan en nosotros las comparaciones que realizamos. Una misma información puede ser interpretada de forma que nos resulte favorable o desfavorable (más adelante en este texto veremos el ejemplo del bizcocho).
✔️ Las comparaciones pueden tener consecuencias positivas si:
- Te ayudan en tu autoconocimiento, automejora y crecimiento personal. Los seres humanos buscamos el autoconocimiento y la superación personal, y la comparación con otros es un proceso cognitivo natural y automático destinado a descubrir la realidad sobre nosotros mismos cuando no disponemos de referentes de realidad objetiva. Las comparaciones nos ayudan a descubrir en qué punto estamos, a dónde nos gustaría llegar, y fijarnos en cómo lo han conseguido otros puede ser útil.
- Te resultan motivadoras. Las comparaciones ascendentes pueden hacernos decidir esforzarnos por cosas deseables al verlos en otros. También nos pueden motivar a mejorar áreas que consideremos deficientes en nosotros mismos.
- Te ofrecen retroalimentación. Al compararnos con otros recibimos información de interés con la que podemos valorar si estamos haciendo las cosas mejor o peor y analizar posibles formas para evolucionar.
- Obtienes algún aspecto positivo. Se ha visto que las comparaciones descendentes en general suelen ser fuente de mejoras en el afecto, satisfacción y bienestar. Es inevitable darse cuenta de que no todos estamos igual de favorecidos en nuestras circunstancias de vida. Comparar nuestra situación con la de personas que viven en circunstancias desfavorables y atraviesan por muchas dificultades puede llevarnos a generar sentimientos de satisfacción con nuestra vida, gratitud, bienestar, así como compasión hacia personas más desfavorecidas y actitudes de ayuda.
❌ Las comparaciones pueden tener consecuencias negativas si:
- Minan la autoestima. El problema para muchos es que nos han educado comparándonos con otros y siempre salíamos perdiendo en la comparación (nos portábamos peor que nuestros primos, sacábamos peores notas que nuestro hermano…). Y si terminamos adquiriendo esa tendencia a realizar continuamente comparaciones en las que salimos perdiendo frente a los demás, esto puede terminar afectando mucho a nuestra autoestima. También cuando sólo atendemos a los aspectos positivos de las personas con las que nos comparamos, como suele suceder en el escaparate de las redes sociales, eso puede tener efectos nocivos en la autoestima.
- Dejamos de enfocarnos en nosotros mismos para enfocarnos en los demás. Esto puede desviarnos de nuestros valores personales y de nuestros objetivos, así como producirnos sentimientos de inadecuación, frustración, fracaso o desesperanza si sabemos o percibimos que algo deseable que poseen otros resulta inalcanzable para nosotros. Evidentemente, hay comparaciones de las que no podemos deducir, sino que las personas somos diferentes en un montón de características que no dependen de nosotros, y aceptar estas diferencias como algo normal. Por ejemplo, si me comparo físicamente con una modelo de 1,90 y cuerpo escultural o comparo mi inteligencia con la de un genio superdotado, ¿qué sentido tendría llegar a frustrarme por no poder ser como esas personas?
- Nos generan emociones desagradables. Exponerse continuamente a la comparación con aspectos positivos de los demás puede afecta a nuestro nivel de bienestar. La persona que tiende a compararse puede tomar conciencia de sus limitaciones o desventajas y esto puede frecuentemente asociarse con envidia, celos, ira, tristeza, miedo…
- Fomentan la competencia y la rivalidad.
- Damos carácter global a comparaciones parciales o superficiales. Cuando nos comparamos no solemos considerar todos los aspectos de la otra persona sino alguna característica, y además sin profundizar en ello. Si sólo nos centramos en aquello de su vida que nos resulta agradable o deseable, nos estaremos haciendo ideas parciales y por tanto no realistas de aquello con lo que nos estamos comparando.
Teniendo en cuenta las consecuencias positivas y negativas que hemos mencionado, ¿qué podemos deducir? Yo diría que las comparaciones nos podrán resultar útiles cuando nos sirvan para conocernos y nos estimulen a mejorar a través de objetivos realistas y que nos resulten asequibles. Por ejemplo, compararnos en cuanto a lo que hacemos y cómo lo hacemos puede motivarnos a cambiar aspectos modificables de nuestra vida. Sin embargo, no será nada útil cuando compararnos con los demás nos lleve a cuestionar lo que somos, nos suma en visiones no realistas ni alcanzables de la vida, nos frustre, nos aleje de nuestros valores y esencia personal, o nos condicione a sentirnos o comportarnos de formas inauténticas con la idea de parecernos a personas cuyas vidas consideramos más deseables.
Y, en este sentido, conviene hacer una mención a las redes sociales, que han facilitado, gracias a la tecnología, que dispongamos de infinidad de posibilidades de comparación con personas de todo tipo cuyas realidades desconocemos. El problema es que quienes usan redes sociales para mostrar parcelas de sus vidas tienden a representar sólo lo positivo, a menudo exagerando o idealizando los aspectos más favorables y ofreciendo visiones muy sesgadas. Por eso es frecuente que la comparación en redes sociales sea de tipo ascendente, y de hecho, investigaciones han relacionado estas comparaciones en redes con síntomas depresivos, estrés y malestar. Debemos tener en cuenta que a las exposiciones idílicas que se realiza en estos entornos digitales le faltan grandes dosis de realidad, y por tanto, si nos dejamos influir por ello estaremos cayendo en una trampa.
Pongamos un ejemplo para entender cómo una comparación que realizamos puede tener consecuencias favorables o desfavorables: en el barrio organizan una fiesta de bizcochos. Te animas y llevas el tuyo, pero pruebas el de otro participante y notas que está especialmente rico y esponjoso. Ya has hecho una comparación entre la aptitud de esa persona y la tuya para hacer bizcochos. De ahí puede derivar algo negativo, por ejemplo, si te da por pensar “soy un desastre, ni siquiera se me da bien hacer un simple bizcocho, no volveré a participar nunca en ningún evento de este tipo, he quedado en ridículo ante todos”. O puede derivarse algo positivo, si te da por pensar “aquí tengo la oportunidad de aprender” y entonces te diriges a ese participante, le preguntas cómo ha hecho para que le quede tan bueno y terminas adquiriendo algún conocimiento que te resulte útil para mejorar tu técnica. Tu interpretación y la reacción que tengas al hecho de que otro bizcocho te pareció más rico que el tuyo podrá determinar las consecuencias de esa comparación.
¿Cómo evitar que las comparaciones te afecten negativamente?
- Toma conciencia de que te estás comparando (algunos indicadores pueden ser: sentir insatisfacción contigo mismo/a, sentir envidia de alguien, focalizarse en los aspectos positivos que vemos en otras personas y sentir celos de ellas, comportarse de forma competitiva…).
- Pregúntate qué sentido tiene para ti esa comparación y si te puede ser útil para mejorar en algo o sentirte mejor, o al contrario.
- Céntrate en ti mismo/a, no permitas que las comparaciones con los demás saboteen cómo te sientes ni cómo quieres que sea tu vida. Enfócate en tus valores y objetivos.
- Sé realista y no sucumbas a compararte con los escenarios ideales y falsos que te muestran la publicidad o lar redes sociales.
- Mejora aquello que es mejorable y acepta lo que no puedes cambiar.
- Valora eso único que hay en ti, como persona irrepetible que eres.
- Ah, y cuidado con los más pequeños: para educarles no es necesario hacerles sentir menos o peores que los demás a través de constantes comparaciones que pueden ser el germen de una baja autoestima en el futuro. Tampoco es beneficioso “endiosarlos” a través de comparaciones que los hagan sentir superiores al resto.
¡Gracias por leerme, te envío un abrazo terapéutico!