¿Por qué me cuesta
tanto hacer las cosas?

Por: Mavis Suárez

No te ha pasado que intentas hacer todo lo que tienes pendiente y no puedes. Te preguntas “¿Por qué me cuesta tanto ponerme a hacer las cosas que tengo que hacer?”.

En los últimos meses, muchas personas comparten esta sensación. Es como si de pronto, el ánimo, la iniciativa e incluso la motivación se hubieran escapado por las alcantarillas de la apatía constante. Es una sensación pegajosa que imposibilita rendir en el trabajo, disfrutar de nuestras relaciones e incluso proyectar objetivos a largo plazo. 

Si te identificas con esto que estoy describiendo dejáme decirte que estas procastinando

¿En qué consiste la procrastinación? ¿Cómo se puede identificar? ¿Qué podemos hacer para evitarla?

Procrastinar consiste en la dificultad para iniciar actividades, y comprometerse con las mismas, a pesar de resultar importantes para la persona, llevando a cabo tareas distintas de las que se había propuesto en un principio.

En lenguaje cotidiano, procrastinar se refleja en la expresión común “dejar las cosas para mañana”, en el sentido de postergar actividades más o menos planificadas, y se trata de una dinámica ampliamente instalada en la conducta de los que día a día lidian con el conflicto que supone gestionar unos recursos para lograr objetivos.

Sin embargo, identificar la procrastinación en ocasiones puede resultar difícil, pues a menudo se camufla entre un gran abanico de emociones. No obstante, es importante poder hacerlo, dado que es una dinámica que frena nuestra vida y en algún aspecto la detiene, alejándonos de nuestros objetivos y, en ocasiones, incluso de nuestros valores.

Ante todo, lo expuesto, resulta necesario familiarizarse con este hábito con el fin de amortiguar su impacto, aprendiendo pautas que permitan “desoír” esa voz interna que de forma traicionera y con frecuencia nos susurra “déjalo para mañana” …

Es importante monitorear este tipo de situaciones. No podemos dejar que esta experiencia debilitante nos acompañe más allá de dos o tres días. En caso de que esa sombra nos persiga durante semanas o meses, puede ser signo de algún problema psicológico, como, por ejemplo, una depresión.

Los procrastinadores crónicos son conscientes de las consecuencias que comporta su tendencia a posponer: proyectos personales y profesionales estancados, recargos económicos, problemas de salud, oportunidades perdidas, excusas por inventar, disculpas por pedir… También tiene un elevado coste interno, que suele consistir en sentimientos de inadecuación, frustración, reacciones de ansiedad y baja autoestima. A pesar de conocer el precio a pagar, no logran ponerse “en marcha”. 

A corto plazo, la procrastinación puede parecer el remedio perfecto para evadir el miedo al fracaso que supone afrontar la situación en cuestión. Sin embargo, a largo plazo, las consecuencias pueden llegar a ser bastante importantes e, incluso, interferir en la vida diaria de la persona. Alguna de dichas consecuencias es:

  • Aumento del estrés por la acumulación del trabajo, tareas del hogar, responsabilidades …etc. Además, disminuye el tiempo disponible para dedicarle a cada tarea.
  • Disminución de la autoeficacia. La persona percibe que no es capaz de afrontar la tarea o que la calidad de su desempeño no es la adecuada o la que podría llegar a ser.
  • Sentimiento de culpa por dejarlo para más tarde.
  • Sensación de pérdida de tiempo.

La falta de motivación es otra de las razones más comunes por las cuales a una persona le cuesta tanto hacer las cosas. Cuando nos encontramos desmotivados es porque las cosas que hacemos o en este caso que pretendemos hacer, no tienen un verdadero sentido para nosotros y sólo queremos hacerlas “por hacer algo”.

¿Por qué me cuesta hacer las cosas y procrastino?

1. Exceso de perfeccionismo: Se trata de una situación que ocurre especialmente cuando la acción que debemos llevar a cabo es compleja o involucra una cierta cantidad de creatividad y toma de decisiones, y no tanto en casos en los que se trata de tareas más automáticas, monótonas o rutinarias.

2. La posibilidad de atribuirle la culpa a otros: En ocasiones, el simple hecho de poder encontrar una excusa en el comportamiento de los demás hace que no llevemos a cabo ciertas acciones que nos convienen, o ciertas responsabilidades.

3. El miedo a afrontar una situación estresante: Otro de los motivos por los que sentimos que nos cuesta hacer las cosas puede ser el temor a exponernos a una situación que nos haga sentir un pico de ansiedad o angustia, ante lo cual preferimos no aborda el problema y experimentar un nivel de ansiedad menor pero que se va acumulando a medida que pasa el tiempo.

Este es uno de los motivos por los que postergamos las tareas que se dan una vez otros motivos nos han llevado a no hacer esas acciones antes, cuando tocaba llevarlas a cabo.

4. Falta de motivación: La falta de motivación es un motivo que se solapa con los anteriores, pero que también puede basarse en algo que no ha sido comentado hasta ahora: lo que tenemos que hacer no nos parece significativo o estimulante en sí, a no ser que se le añadan otros motivos ajenos a la tarea (premios, regañinas, ganas de no causar rechazo en los demás, etc.).

5. Depresión u otros trastornos del estado de ánimo: La depresión y los trastornos psicológicos de su tipo, vinculados a los estados de ánimo, pueden llevar a un fenómeno llamado abulia, caracterizado por la falta casi absoluta de energía y motivación para hacer nada.

Eso sí, en la gran mayoría de los casos este no es el motivo de que las personas no hagan lo que deberían hacer, y en cualquier caso esta clase de trastornos solo pueden ser diagnosticados por profesionales de la salud mental.

¿Cómo solucionar el problema y ponerse manos a la obra?

Para ponerse a hacer cosas que llevan esperando un tiempo, la solución pasa sobre todo por dividir la tarea en una cadena de objetivos sencillos a realizar, para que sea fácil empezar la secuencia de acción. Una vez hayamos empezado, será mucho más fácil completar la tarea.

Empecemos por: 

  • Aléjate de la zona de confort, se que nos sentimos cómodos pero que no nos proporciona oportunidades de aprendizaje o crecimiento
  •  Vamos hallar maneras constructivas de proteger nuestra autoestima y aliviar la ansiedad ante demandas cotidianas que percibimos como amenazantes o que nos despiertan rechazo es una manera de ser productivos. 
  • Es importante la organización del tiempo. Clarificar las tareas pendientes y priorizarlas para, así, poder organizar el tiempo que se le va a dedicar a cada una. Ponerle fecha y hora mediante un calendario o planning puede facilitar la realización de la tarea.
  • Aplica la regla de dos minutos. Si existe algo que puedas hacer en los próximos dos, cinco o diez minutos, es preferible que la hagas en lugar de planificarla. Esto se debe a que se tarda más en planificar que en realizarla.
  • No negocies el disminuir distracciones. Durante el tiempo que estemos realizando las tareas, disminuir la posibilidad de distracciones. Esto significa, no tener el móvil a mano, cosa que se te es difícil. Pero no imposible inténtalo… 
  • Evita la perfección. El objetivo final es realizar las tareas pendientes, no hacerlas perfectas. Perderás mucho tiempo organizando un cuadrante que al final acaba siendo poco realista. 
  • Respeta tus tiempos de descanso, recompénsate, no negocies tu ocio. Tus hobbies. Conviértelo en un hábito. 

Si llegaste hasta aquí quiero agradecerte que me leas, pero en especial por poner de tu parte y encontrarte en la busqueda del camino para encontrar esa estabilidad emocional que tanto deseas. 

Un abrazo terapéutico.

2 comentarios en “¿Por qué me cuesta tanto hacer las cosas?”

  1. Me ha encantado el artículo y ahora mismo me viene genial, ya que hay días que me cuesta salir de mi zona de confort. Me ha gustado mucho los pasos y los veo sencillos, voy a probar a realizarlos. Muchas gracias Mavis.

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