El estigma aumenta
la carga

Por: Mavis Suárez

No es un camino fácil el saber cómo enfrentarnos a la enfermedad mental, sobre todo cuando no la sufrimos nosotros/as, y es que resulta muy complicado asimilar sin un manual de instrucciones, y sin previa preparación ante el cambio vital que supone en nuestra vida sin caer en el estigma. Vengo a contarte como desde la empatía y la comprensión podremos llegar a una normalización, liberándonos de etiquetas que nos dan miedo y pudiendo paliar ciertos síntomas que mejoran si el apoyo se fortalece, y nos pueden ayudar entender la enfermedad mental desde la perspectiva “sana” de la persona que lo sufre. 

Sin más, ha ocurrido: alguien muy cercano de tu familia está lidiando con un problema importante de salud mental, y tú, es posible que, desde la desorientación y el desconcierto inicial, te preguntes qué podrías hacer. Ten claro que tu presencia puede convertirse en un factor decisivo para que tu familiar evolucione favorablemente. Algunos aspectos que influyen en ello son los siguientes: 

Conocimiento de la situación y percepción de los cambios de comportamiento.

Como persona cercana conoces muy bien a tu familiar y eso te da un lugar privilegiado para percibir lo que le ocurre, así como los cambios que experimenta, que pueden ser tanto favorables como desfavorables en su evolución. Si eres capaz de darte cuenta de esos cambios, podrás actuar e incluso a aprender a prevenir situaciones problemáticas. De hecho, está demostrado que la actuación de los familiares puede ayudar en la prevención de recaídas en personas con trastornos mentales. 

Para aumentar tu conocimiento sobre lo que le está pasando a tu familiar, además de lo que puedan comentarte los profesionales que le tratan, puedes buscar información sobre salud mental y su trastorno concreto; también puedes acudir a asociaciones o grupos de autoayuda de familiares. Y.… háblale. Preguntar a tu familiar cómo se siente puede resultar liberador y ayudarte a comprenderlo mucho mejor. Por ejemplo, a veces se hace difícil sobrellevar el efecto de algunos fármacos, pueden aparecer miedos o dudas sobre los tratamientos, los síntomas en algunos momentos pueden resultar muy abrumadores… y establecer la oportunidad de hablar sobre ello, sin presiones, puede ayudar.

El valor del orden y las rutinas.

La aparición de un problema mental podría describirse en muchos aspectos como un viaje a la desorganización: la vida cambia bastante, y eso puede resultar muy abrumador para quien lo experimenta. No puedes ordenar la mente de tu familiar, pero sí puedes colaborar a mantener un ambiente organizado, puedes servirle como modelo de conducta saludable, así como estimular amablemente, acompañarle y ayudarle a realizar rutinas beneficiosas. 

Mejorar la adherencia terapéutica.

Cuando tu familiar ya está siendo tratado por un profesional de la salud, tú puedes ser un importante nexo comunicativo entre ambos. Detectar los problemas e informar sobre ellos podrá influir en el curso de los tratamientos y conseguir que se vayan ajustando lo mejor posible a las necesidades de la persona afectada. Esto podrá aumentar su confianza en esos tratamientos (recuerda que a veces el trastorno mental puede causar mucha desesperanza) y mejorar su disposición al seguimiento de las recomendaciones terapéuticas. 

Lo que puede funcionar.

A menudo las personas con problemas de salud mental definen su experiencia como una gran sensación de aislamiento. No siempre ha de ser un aislamiento real; puede ser simplemente que la persona se perciba a sí misma sola, muy lejos del resto del mundo, incapaz de conectar, vacía. Y lo que puede funcionar en estos casos es lo que funciona casi siempre con todos nosotros a lo largo de nuestra vida: sentir el afecto, la comprensión, la cercanía, la confianza, el apoyo, la sensación de seguridad, el cuidado. 

Lo que seguro no funciona.

A veces las cosas se ponen difíciles, algunas situaciones pueden superarnos. Discutir no sirve de nada; a veces incluso podemos estar discutiendo contra las propias manifestaciones del trastorno, por ejemplo, si una persona está deprimida va a comportarse como una persona deprimida, no sirve de nada discutir sobre si eso le hace bien o mal ni convertirlo en un reproche. Tampoco sirve culpabilizar a la persona lanzándole el mensaje de que no quiere mejorar; este tipo de problemas no suelen mejorar en una curva ascendente, a veces hay retrocesos en la evolución, eso es normal y esperable. No sirve chantajear o desatender a la persona para que «reflexione» sobre su conducta o para hacer «experimentos» a ver si así responde mejor. 

Mantener unas expectativas de mejora demasiado altas solo supondrá presión y, si no se cumplen, llevarán irremediablemente a la frustración y el desánimo; nuestras expectativas deben ser realistas e irse adaptando a lo que va sucediendo. Tampoco sirve delegar toda la responsabilidad del cuidado a los profesionales y mantener una actitud pasiva. Está demostrado que el apoyo familiar y la participación de la familia en el sistema de cuidado es crucial en estos casos. Es aquí, cuando no contamos con herramientas necesarias, cuando debemos buscar ayuda.

Pero... sin hipotecarse.

Cuidar no siempre es fácil y puede llegar a desbordarnos. Ni el mayor amor del mundo puede salvarnos del agotamiento que producen algunas situaciones muy prolongadas en el tiempo. El autocuidado no solo es imprescindible para nuestra propia salud, sino que además nuestra conducta saludable podrá también servir como modelo para la persona a la que queremos ayudar. No te olvides de descansar, realizar alguna actividad física, cuidar la alimentación, practicar alguna afición, no descuidar relaciones interpersonales que te resulten satisfactorias, solicitar ayuda cuando la necesites antes de llegar al desbordamiento, permitirte expresar tus emociones… por eso es importante además que:  

  • Te informes. 

  • Cuidas tu lenguaje. 

  • Acompañar sin juzgar, ni dramatizar.

  • No te protejas en exceso. 

Te entiendo y sé que es desesperante en ocasiones, pero cuando lo que ocurre es de carácter mental, siempre tendremos que lidiar con la barrera del estigma y esto muchas veces ocurre por surge del desconocimiento y del miedo a lo desconocido, te recomiendo si es tu caso acudas a un profesional de la salud mental, especialista en la patología de tu familiar, si superamos la barrera inicia: Estigma, podemos llegar a nuestro ser querido y ofrecerle nuestro apoyo. 

Un abrazo terapéutico.  

3 comentarios en “El estigma aumenta la carga”

  1. He vivido en primera persona el estigma social hacia la persona que decide ir a un profesional de la salud mental. Duele, y mucho. Aún con todo un problema de salud mental, es eso, un problema. Y por lo tanto ha de tratarlo un profesional.

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